El turismo, o en este caso, el origen del turismo como tal, nace en el siglo XIX, como una consecuencia de la Revolución Industrial, con desplazamientos cuya intención principal es el ocio, descanso, cultura, salud, negocios o relaciones familiares.
El turismo se ha convertido en una de las principales actividades de nuestra economía. Y, además de representar un factor muy importante en ella, dando trabajo a millones de personas (de forma directa o indirecta) y moviendo importantísimas cifras económicas cada año, se ha colado en la mayoría de hogares como una parte de ocio más. Algo que ha estado ligado a nuestra historia desde siempre.
El origen
A comienzos de la década de 1930, uno de los primeros teóricos de la Escuela Alemana de los estudios en Turismo, Arthur Bormann define el turismo como el conjunto de viajes realizados por placer o por motivos comerciales y otros análogos, durante los cuales la ausencia de la residencia habitual es temporal. No son turismo los viajes realizados para trasladarse al lugar de trabajo. Según la OMT un visitante (interno, receptor o emisor) se clasifica como turista (o visitante que pernocta), si su viaje incluye una pernoctación, o como visitante del día (o excursionista) en caso contrario. Es decir, un excursionista es aquella persona que visita un destino, pero no pernocta en él.
Los pioneros teóricos en Turismo, Walter Hunziker y Kurt Krapf, dicen en 1942 que “El turismo es el conjunto de relaciones y fenómenos producidos por el desplazamiento y permanencia de personas fuera de su domicilio, en tanto que dichos desplazamientos y permanencia no están motivados por una actividad lucrativa». Tanto Hunziker como Krapf provienen de la escuela de St. Gallen (Suiza) la cual proponía la idea de estudiar al turismo como un mecanismo centrado en la reproducción socio-económica de una sociedad. El consumo turístico refleja los valores cultuales de una sociedad.
Haciendo turismo en la Antigua Roma
Otros datos históricos que podemos encontrar en referencia a los inicios del turismo son durante el esplendor de la antigua Roma. Y es que se siguieron disfrutando de viajes con motivos religiosos y deportivos. Pero también de otros tipos, como el turismo de salud en las termas o las vacaciones que disfrutaban los emperadores.
En esta época comenzaron a abrirse nuevas vías de comunicación que los patricios y nobles usaban para ir a la playa o conocer lugares de todo el imperio. ¿serán estos los inicios de las vacaciones en la playa?
Y, ya en la Edad Media comenzaron las peregrinaciones a lugares sagrados. Jerusalén, Roma o Santiago de Compostela adquieren una gran importancia en la era medieval. Los peregrinos contrataban un guía para que los llevara por el mejor camino, así como soldados que los protegieran durante su viaje. Son los primeros registros que se tienen de viajes organizados en el sentido pleno de la palabra.
Edad contemporánea
En 1841 Thomas Cook organiza el primer viaje planeado de la historia. Aunque fue un fracaso económico, se considera un rotundo éxito en cuanto a precedente del paquete turístico, pues se percató de las enormes posibilidades económicas que podría llegar a tener esta actividad, creando así en 1851 la primera agencia de viajes del mundo, Thomas Cook and Son.
La Segunda Guerra Mundial paraliza absolutamente el turismo en el mundo y sus efectos se extienden hasta el año 1949. Entre 1950 y 1973 se comienza a hablar del boom turístico. El turismo internacional crece a un ritmo superior de lo que lo había hecho en toda la historia. Este desarrollo es consecuencia del nuevo orden internacional, la estabilidad social y el desarrollo de la cultura del ocio en el mundo occidental. En esta época se comienza a legislar sobre el sector.
La recuperación económica, especialmente de Alemania y Japón, fue asombrosa elevando los niveles de renta de estos países y haciendo surgir una clase media acomodada que se empieza a interesar por los viajes. La recuperación, elevó el nivel de vida de los sectores más importantes de la población en los países occidentales. Surge la llamada sociedad del bienestar en la que una vez cubiertas las necesidades básicas aparece el desarrollo del nivel de formación y el interés por viajar y conocer culturas
Por otra parte, la nueva legislación laboral adoptando las vacaciones pagadas, la semana inglesa de 5 días laborales, la reducción de la jornada de 40 horas semanales, la ampliación de las coberturas sociales (jubilación, desempleo…), potencian en gran medida el desarrollo del ocio y el turismo.
Breve historia del turismo en España
La evolución del turismo en España nace de forma tardía respecto a Europa, concretamente a finales del siglo XIX. Al igual que en el resto del continente, la oferta se centraba en los balnearios e iba dirigida a una clientela con un alto poder adquisitivo formada casi en su totalidad por la aristocracia y la incipiente alta burguesía surgida en las ciudades.
Algunos de estos balnearios como el caso de Panticosa o Mondariz, se convirtieron en una especie de mini ciudades con iglesias, tiendas, oficinas de correos y zona residencial para el servicio doméstico, el cual, acompañaba a las pudientes familias durante su estancia.
Sin embargo, en el primer cuarto del siglo XX nace entre la población un inusitado interés por las playas. El beneficio de la salubridad del agua de mar – de nuevo un origen terapéutico – convirtieron las playas en balnearios al aire libre mucho más económicos.
Así, lugares como el Sardinero en Santander, o La Concha en San Sebastián, se convirtieron en el origen de lo que hoy denominamos “veraneo”. Allí, la afluencia de bañistas era considerable en el periodo estival, quizás por la cantidad de servicios que ofrecían ambas ciudades y la asistencia a ellas de miembros de las casas reales y alta nobleza. Resulta extravagante ante nuestros ojos las costumbres de estos primeros bañistas: se zambullían sólo una vez al día y una inmersión total que duraba sólo unos segundos, a veces ayudados por un bañero.
Si te apetece extender tu conocimiento, te recomendamos el libro, Historia del turismo en España en el siglo XX (Editorial Síntesis, 2007), de Ana Moreno Garrido.